lunes, 26 de mayo de 2008

Relatos.....

Reencuentros....


Hacía tanto tiempo que no se veían.... y allí estaban, cada uno con una vida formada al margen del otro, aparentemente, sin lazos en común, pero en su interior, cada uno sabía que siempre los uniría el recuerdo de un maravilloso pasado.
Lucía y Fran, dos chicos que se conocieron muy jovencitos y a los que el amor unió. Ese amor de juventud, de locuras inconfesables, de besos robados, de caricias entregadas en algún oscuro rincón... Ese primer amor... El destino había querido que ese día sus vidas volvieran a encontrarse, y sin apenas sorpresa, casi como si lo hubiera estado esperando durante mucho tiempo, Lucía le dedicó su mejor sonrisa. Fran le devolvió una tierna mirada mientras cogía de la mano a su esposa, esa mujer alegre y desenfadada que varios años después había robado de nuevo su corazón.
La fiesta había llegado a su punto álgido, y sin saber muy bien cómo, Lucía se vió inmersa en uno de esos juegos infantiles dispuesto por algún invitado no demasiado sobrio. Sin apenas darse cuenta empezó a dar vueltas a unas sillas siguiendo el ritmo de la música, y cuando el sonido paró se apresuró a sentarse en una de ellas para no quedar descalificada. El ritual se repitió una y otra vez hasta que por puro azar los únicos que quedaron en el juego fueron ella y Fran. La música comenzó de nuevo, y Fran no podía parar de mirar a los ojos de Lucía. Ninguno pensaba en las sillas, en el juego, ni en el resto de los invitados que, ajenos a aquel mágico momento, jaleaban a uno u a otro según su afinidad. La música paró con gran rotundidad y entonces ambos se abalanzaron sobre la única silla que quedaba. Lucía consiguió sentarse con la consiguiente caida de Fran al suelo. Inmediatamente se puso en pié y se inclinó hacia ella con la intención de darle la enhorabuena por haber ganado el juego, pero de repente todo el bullicio se le echó encima dándole palmaditas en la espalda para entre risas y burlas mofarse un poco de la situación que había protagonizado. Casi en volandas lo dirigieron hasta la barra del local y Lucía lo perdió de vista durante un buen rato.
Se sentía acalorada y hasta un poco abochornada por haber sido el blanco de tantas miradas, pero sobre todo de una sumamente afilada, la de Blanca, la esposa de Fran. Había sentido sus ojos desde el principio pegados a ella, juzgándola, y en parte desafiándola...
Salió un momento fuera para coger un poco de aire fresco, para relajar cada músculo después de aquel juego. De repente sintió un aliento por detrás, cerca de su oido y una voz le susurró: "Te dejé ganar...". Se giró rápidamente y allí estaba, el chico que a los 15 tantas veces le había robado el sueño.
"Nunca supiste perder..." le reprochó con una sonrisa Lucía. El tiempo pareció pararse, como si nada existiera, solo aquellos dos viejos amantes charlando en el acerado de la calle. Cada uno hizo un pequeño resumen de su vida, de todo lo acontecido en aquellos años. Y cada palabra era acogida por el otro con gran interés y entusiasmo, pero sobre todo con parte de ese cariño que jamás dejó de exitir.
Blanca asomó la cabeza por la puerta del local y con una simple mirada dejó bien claro a Fran que aquella conversación debía de acabar ya.
"Tenemos que irnos Fran.. estoy muy cansada" le dijo con voz autoritaria y rotunda. "En seguida voy cariño" le respondió él débilmente.
"Bueno Lucía, me encantó volverte a ver, de verdad...." "Para mí también fué un placer..." le respondió ella con voz casi susurrante.
Fran se giró casi como si huyera para no despedirse de ella. Comenzó a andar hacia la puerta del local y escuchó como Lucía pronunciaba su nombre: "Fran....". No podía girarse, su cuerpo se había quedado inmóvil, petrificado, sin vida propia. Y Lucía continuó diciendo: "Que te vaya bonito...". Prosiguió hasta la puerta del local, se paró un momento, como si fuera a volverse para dedicarle una última mirada, pero sujetando la puerta entreabierta, contempló a Blanca que con gesto serio casi le ordenaba que entrase.
Aquella puerta se cerró frente a los ojos de Lucía, y como ocurrió en años atrás, la melancolía invadió su corazón...

3 comentarios:

Iván dijo...

Precioso relato, Neruda. Me has dejado acongojado. También melancólico...
Algo tiene la juventud que todo lo que vivimos durante aquellos años jamás nos abandona.
Un beso!

CARINA dijo...

que linda historia, mientras te leia los iba viendo como una peli...
un beso y que entodos los casos el amor se quede...

neruda dijo...

Pues esta vez Iván si que tiene un puntito de autobiográfico, aunque por supuesto no todo es real.
El amor se quedó Carina, en la actualidad cada cual tiene su propio amor, pero juntos no pudo ser...