domingo, 22 de julio de 2012

Huidas....

Pues como lo prometido es deuda, y me encuentro con fuerza para plasmar aquí lo que pienso y siento al respecto, y sin que sirva de precedente...allá voy.
Me indicas una dirección de correo electrónico, haciéndome suponer que siempre estuviste ahí, por qué no lo siento así??. Quizá después de leer esto acabes teniendo una ligera idea de ello...o no...
Ella era mi amiga, tú...he de decir que te acabé sintiendo como amigo, como buen amigo.
Sabes que eras importante en el grupo...muy importante. Tenías alma de líder, y digo "tenías" porque supongo que como todos, habrás evolucionado y no sé hasta qué punto ha llegado esa evolución...o retroceso.
Yo entendí los motivos. Y quizá yo los entendí mejor que nadie, puesto que me era fácil ponerme en tu situación. Una separación no es fácil. Se haga de la forma que se haga siempre despierta sensibilidad y es susceptible a críticas, sobre todo de la parte opuesta. No érais la única pareja que se separaba, ni la última, pero siento que a pesar de esto, no elegiste la mejor de las maneras. Pero no era mi cometido juzgar, y respeté...ante todo respeté, y a día de hoy, sigo haciéndolo.
Pero tuve la impresión que quisiste "huir" de todo y de todos, incluso de tus raíces, aunque tampoco quisiera entrar en ese terreno.
Me sentí defraudada, aquel líder que estaba en lo alto del pedestal, sencillamente cayó.
Y quizá la culpa de eso no fué del todo tuya, porque nosotros fuimos los que allí te subimos, aunque creo que tú labraste gran parte de ese ascenso.
He de confesarte algo, aunque supongo que siempre lo has imaginado. Al principio de pasar todo, cuando nos reuníamos, tú eras siempre el tema de conversación....siempre. Pero fueron pasando los meses...los años....y tu nombre sencillamente dejó de mencionarse.
Yo me acordaba de tí cada vez que veía en Operación Triunfo a la bailarina del pelo rojo....recuerdas???, aquella que te llamaba tanto la atención. Y sigo acordándome hoy día cada vez que veo a Risto Mejide, ya sé que puede parecer estúpido, pero ese aire chulesco del Sr. Mejide me trae tu recuerdo a la mente.
Pues sí...me sigo acordando de tí....de vez en cuando. Y sigue siendo un recuerdo tierno, pero siempre con cierto aire de reproche, y eso es inevitable.
Como antes he mencionado, todos hemos evolucionado en estos años, pero considero que yo, por diversas circunstancias, lo he hecho de forma especial. Y tú no estabas ahí. Ni detrás de una dirección de correo, ni detrás de un teléfono....no estabas...
Había un vínculo con alguien mucho más especial que conmigo, pero tampoco estuviste en momentos muy complicados para él.
Quizá pensaste que después de tanto tiempo algunas cosas seguirían tal y como las dejaste, pero te equivocas, había una necesidad...que terminó convirtiéndose en cierta nostalgia.
Me importaba tanto lo que pensabas en aquella época, tenía tanta dependencia en ese sentido.....que en parte me alegro que eso hoy día se haya convertido en una gran indiferencia.
Hoy no mido mis palabras, creo que no debo hacerlo, aun sabiendo que esto, sí que significará tu última huida.
A pesar de todo esto, he de reconocer que me gustaba saber que estabas ahí, detrás de algunos comentarios de mi rincón, ese lugar donde soy YO, guste o no.
Siempre he creído que camine donde camine una persona, sus raíces son lo más importante, parte de su esencia. Una pequeñísima parte de esas raíces hemos sido nosotros, y renunciaste... no quieras hacerme creer otra cosa.
Las cosas que se quedan en el camino, no se pueden recuperar...pero existen sensaciones que quedan incrustadas a fuego en el alma. Tú formaste parte de una etapa maravillosa de mi vida. Compartiste increíbles momentos junto a mí (mi boda, el nacimiento de mi hijo, etc.), y me seguirá gustando verte de tarde en tarde y darte dos sinceros y fuertes besos, pero ese sentimiento decepcionante no cambiará por darme una dirección de correo electrónico...
Un beso...

viernes, 20 de julio de 2012

Historia de una sonrisa....


Érase una vez una niña a la que empezó a visitar el ratoncito Pérez, sin saber ésta, que ese iba a ser el principio de muchos años de angustia.
Y es que sus pequeños dientes no salieron de forma ordenada, poco a poco se iban apiñando, y su sonrisa se fué apagando con los años.
Era un complejo evidente, que siempre intentaba ocultar e intentar llevar de la mejor manera, aunque no siempre lo conseguía.
Al llegar a los 14 años su madre le propuso ir al dentista para valorar la posibilidad de la ortodoncia, y a pesar de realizar todas las pruebas y contar con el apoyo económico de su familia (algo de suma importancia en aquella época debido al coste del tratamiento), la decisión que tomó fué la de no seguir adelante.
Fué arrastrando esta desacertada decisión muchos años más, hasta que un día, después de una crisis personal, pensó en dejar atrás lo que había supuesto un auténtico lastre durante demasiado tiempo.
Quería sonreir sin tapar su boca, sin agachar la cabeza....quería que su sonrisa brillara con luz propia. Sabía que esos 2 largos años de los que le hablaban tanto la dentista, como el periodoncista, serían duros y costosos, pero por una vez en su vida, decidió que podía asumir ese sufrimiento.
Quien le iba a decir a aquella pequeña que levantaba la almohada ilusionada buscando el regalo del ratón Pérez que al final, su boca, iba a ser casi perfecta, pero sobre todo, quién le iba a decir que iba a superar muchos de sus miedos e inseguridades.
Pues bien, después de 2 años y 4 meses, hoy me han quitado la ortodoncia, y he de reconocer que me siento tremendamente feliz. Contemplo mi imagen en el espejo y no reconozco mi sonrisa, una totalmente distinta a la que he ocultado durante todo este tiempo.
Ha sido duro, pero lo hubiera sido aun más si al llegar a una edad avanzada, me hubiera arrepentido de no haberlo intentado.
Me siento satisfecha por poder tachar otro punto más de esa larga lista de propósitos que sigo guardando en un cajón.....y además en esta ocasión, lo hago con una enorme y fantástica sonrisa dibujada en mi cara....