jueves, 21 de julio de 2011

Mis Relatos....

Reencuentro.... (1ª Parte)


27 de Mayo, 6:30 de la mañana y aquel ruido, en principio lejano, iba tomando más protagonismo a medida que pasaban los segundos. Blanca abrió un ojo y casi de forma mecánica, alargó su brazo para pulsar aquel botón destinado cada día a ponerla "en marcha".
Como cada mañana y como si de un ritual se tratase, colocó su pie derecho en primer lugar en el suelo y seguidamente hizo lo mismo con el izquierdo. Era sumamente quisquillosa con esos pequeños detalles, manías que se habían convertido en una auténtica rutina para ella. Y siguiendo con aquel ritual calzó en primer lugar su pie derecho en aquellas zapatillas de un rosa pasteloso y adornadas con numerosos motivos florales. Fué derecha hacia el aseo, casi tambaleándose todavía por el sueño. Lavó su cara, y haciendo uso de nuevo de aquellas manías secó primero sus manos y después su rostro. Hacía mucho tiempo alguien le había mencionado que si siempre lo hacía en ese orden, jamás tendría un dolor de muelas, y aunque presumía de ser bastante incrédula, la realidad era que en ese sentido, su personalidad, flaqueaba hasta el punto de seguir cualquier leyenda urbana.
Se había puesto sus vaqueros favoritos, bastante ajustados y algo despintados, y estaba a punto de meter su cabeza dentro de su camiseta cuando percibió un suave sonido. Eran una especie de campanitas que sonaban en un tono bastante armonioso y agradable. Por un momento contuvo hasta la respiración en un intento de localizar aquel delicado tintineo, pero éste se desvaneció en el silencio de su habitación.
Terminó de vestirse pensando que quizá había sido un sonido proveniente del exterior y sin darle mayor importancia se dispuso hacia la cocina para tomar su café matutino.
Esa noche no había dormido demasiado bien, algo bastante inusual en ella. El mismo sueño la había acompañado durante toda la noche haciéndole sentir un cosquilleo que no podía terminar de comprender. Se veía a sí misma, en un inmenso jardín, con un precioso camisón blanco, esperando delante de una enorme puerta con grandes labrados.
Había vuelto a repasar aquel sueño mientras soplaba sobre la taza de su café, y casi con la mirada perdida, había recordado un pequeño detalle que hasta ahora había pasado desapercibido. No estaba sola en aquel jardín. Recordó como un pequeño hombrecillo había traspasado aquella enorme puerta desapareciendo tras de ella.
Volvió de nuevo a la realidad cuando en su reloj de cuco sonaron las 7 en punto de la mañana y se apresuró a coger su bolso y las llaves de su viejo coche para un día más, y como en los últimos diez años, fichar en aquel trabajo que tanto la absorbía.
La mañana estaba transcurriendo con total normalidad, hasta que Elena, su compañera de trabajo, le propuso como hacía siempre, tomar el segundo café del día.
Justo cuando ambas se dirigían hasta la máquina del café, Blanca volvió a escuchar aquel especie de suave tintineo.
- ¿Oyes eso Elena?, le preguntó mientras le sujetaba un brazo intentando frenar su andadura hasta la expendedora de café.
- ¿A qué te refieres?, le respondió su amiga.
- Esas campanitas, schsssss...escucha Elena.
- Sí claro - prosiguió Elena -sólo me faltaba escuchar "campanitas" por la mañana - y con gesto sarcástico continuó diciéndole -Bueno, quizá, si Pablo hubiera pasado la noche conmigo...seguro que podría escucharlas - a lo que le siguió una sonora carcajada.
Blanca permaneció parada unos segundos más, casi inmóvil y volvió a recibir en su mente como si de un fogonazo se tratara, la imagen de la gran puerta de su sueño.
Volvió a la realidad de forma brusca debido a la broma de otra de sus compañeras. Alicia, al pasar junto a ella, acercó una bebida fría a su brazo, pero seguía tan bloqueada, que tan solo le dedicó una tenue sonrisa sin mediar palabra alguna.
- Blanca!! - exclamó Alicia, -qué rarita andas hoy chica, ¿te ocurre algo?
- No, nada, quizá sea que no he dormido demasiado bien - argumentó Blanca bajando la mirada mientras se dirigía hacia ella.
Algo estaba pasando. No sabía muy bien qué, pero sus sensaciones eran...diferentes.
El resto del día estuvo demasiado pensativa, cabizbaja y en parte agobiada. Deseaba hoy más que nunca volver a casa y no ver a nadie más.
Fué un día bastante rutinario; revisar presupuestos, ajustar la agenda del director, lidiar con el jefe de departamento y por supuesto, aguantar los últimos chismes de la oficina, casi siempre contados con pelos y señales por Belén, la recepcionista.
Por fin llegó la hora de volver a casa, porque aunque adoraba lo que hacía, quizá por la seguridad que le otorgaba en muchos sentidos aquel empleo, hoy deseaba escapar de lo que había sentido por primera vez como una especie de jaula adornada con grandes ventanales demasiados altos como para vislumbrar el azul del cielo.
Otra vez aquel sonido, justo cuando introducía la llave en la cerradura de casa... Esta vez simplemente sacudió su cabeza intentando desechar el temor que empezaba a apoderarse de ella, y entró en la vivienda acompañada de esa extraña sensación que había ido aumentando a medida que pasaban las horas.
Llegó hasta el salón, encendió la lamparita que presidía el viejo aparador, y al cerrar los ojos volvió a su mente aquella gran puerta.
Nada de aquello tenía el menor sentido....

martes, 19 de julio de 2011

Mi lamento...



Hecho de menos mil sensaciones de un pasado no tan lejano. "...me muero si no estás, y ya no estás"...Nadie murió, pero, sin embargo, en algún rincón, sigue guardando su luto mi compañera de viaje durante todo aquel tiempo...la ilusión.