y letras,
y entre la tinta que tiñe
de gris mis arterias,
pero solo te encuentro
enredado en puntos suspensivos,
esos que solo tú sabes leer
y que hablan de batallas
y miserias.
Duermes ahí, aletargado,
creando pausas entre latido y latido,
haciendo de ellas la ocasión
perfecta para escapar de nuevo
de mí... de nosotros.
Te busco en la constelación
que forman mis lunares
y en cada uno de los besos
que los recorrieron,
pero solo te encuentro a trozos,
mutilado entre su oscuridad
y aspereza.
Y te busco.
Infinito
y eterno.
Sembrando en mí
ese olor afrutado
con el que embriagaste
cada primera vez,
y aquella última despedida,
pero solo te reconozco
en el hedor que provoca
la angustia y el miedo
de esta búsqueda
absurda
y estéril.
Te busco,
y escarbo entre entrañas
que parecen más ajenas
que propias,
sin descubrir tu nombre,
ni el mío.
Y es que quizá,
solo deba volver a encontrarme,
para hallarte de nuevo en mí...