martes, 19 de agosto de 2008

Un milagro en Israel...

Erase una vez un pequeño corazón que latía muy debilmente dentro del vientre materno. El azar o quizá la crueldad de la naturaleza, quiso que esa pequeña criatura, indefensa y con tan sólo 23 semanas de gestación, saliera al mundo exterior de forma precipitada.
El horror de sus padres fué tremendo cuando el médico les explicó que ese pequeño corazón había dejado de latir. Se había tratado de un aborto, y ya nada se podía hacer por devolverle la vida a la pequeña....
Trasladaron el cuerpo sin vida de la niña hasta la morgue del hospital, donde permaneció durante casi 6 horas en una fría cámara de esta institución.
Su madre, afligida, quiso ver a la criatura por última vez, y allí, en aquella fría habitación se produjo el "milagro". La sorpresa fué mayúscula cuando se percataron que la niña respiraba, y llenos de asombro dieron la voz de alarma.
El director del hospital considera el echo como un auténtico milagro, aunque algunas voces hablan, quizá de un modo más científico, de la posibilidad de que el frío de la cámara donde se encontraba la niña hiciera ralentizar su metabolismo.
De una manera o de otra, estamos hablando de que una pequeña con apenas 600 gramos de peso, había sobrevivido, por alguna extraña razón, a esta cadena de sucesos que obviamente le hubieran costado sin duda la vida en el acto.
Y al escuchar la noticia no he podido evitar pensar que quizá esa niña tuviera una misión que cumplir aquí, en este loco mundo que nos rodea, aunque sus fuerzas por aferrarse a ese trocito de vida no han sido suficientes, muriendo poco después en una incubadora.
Sin querer entrar en la polémica de una posible negligencia (echo que comparto con el padre de la niña), tengo que decir que yo creo en los milagros, estamos rodeados de ellos, insignificantes a veces o tremendos como en esta ocasión, lo cierto es que debemos creer en ese poquito de magia que no se puede ver, ni tocar, aunque al final tengan un final tan triste como el de esta pequeña...

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que si no creyéramos en los milagros tampoco podríamos creer en la vida misma. Ni los científicos saben con seguridad cómo apareció en la Tierra.
Lástima del final tan trágico.

Carmen dijo...

La palabra milagro y yo no nos llevamos muy bien, más causado por un trauma infantil (estudié en un colegio de monjas hasta los 11 años), que por estar segura de que no existen. Siempre he pensado que creer o no creer es una elección personal y, POR SUPUESTO, respeto las 2 opciones.
De lo que sí estoy segura es por el dsufrimiento inmenso por el que estarán pasando esas pobres personas. Para mí, el hecho de que los hijos mueran antes que los padres debe ser, quizás, el peor de los dolores que se pueda ocasionar en una vida.
Aún así he de decir que creo que un bebé lucha por sobrevivir con una fuerza inigualable, son muchísimo más fuertes de lo que pensamos, y que, cuando finálmente fallece es porque reálmente estaba muy muy muy malito. Piensa que, probablemente esa bebita tendría algún tipo de insuficiencia (cardíaca, hepática...) que no le permitió seguir avanzando. ¿Habría sido mejor que sobreviviera en una burbuja, o sometida a cientos de operaciones, o que su casa de por vida fuera un hospital? Quiero pensar que cuando un bebé muere es porque sencillamente era imposible que sobreviviera. Sinceramente deseo que no haya sido una jodida negligencia médica.

En cualquier caso es una noticia horrible

Maria dijo...

Sinceramente aun sigo sobrecogida por el tema, porque me parece verdaderamente increible.

Sencillamente cruel final para una criatura que nisiquiera llego a vivir

un saludo indignado!