Y cuenta cada gota que, impasible, golpea sueños y emociones... Tres mil cuatrocientas veinticinco, veintiséis... Su nostalgia, empapada, intenta sobrevivir al frío de húmedos recuerdos y finales llenos de lodo y fango.
Ya van tres mil cuatrocientas veintisiete sacudidas, pero ninguna de ellas ofrece consuelo ni misericordia. Cargan su peso en pasados llenos de errores y presentes repletos de dudas.
Un alma calada grita con silencios en medio de la tempestad, y un eco mudo apodera una lucha contra la afonía de una garganta que se ahoga y enmudece.
Llueve. Tres mil cuatrocientas veintiocho, veintinueve... Resignada, espera un arcoiris, o el calor de un sol que evapore miedos y florezca ilusiones. Pero el soñar con calidez y vivos colores la hizo, de nuevo, perder la cuenta...
Una, dos, tres... Sigue lloviendo sobre mojado...
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