martes, 15 de septiembre de 2020

Elijo ser mar...


 Si he de volver a nacer elijo ser mar. 

Agua salada que sana y cicatriza heridas.
Con fuerza suficiente para arrastrar residuos inútiles y oportunistas parásitos hasta enterrarlos en la profundidad más absoluta.
Agua que refleja luz y cielo... que bebe a pequeños sorbos brisa fresca mientras es  testigo de cada amanecer.
Mar...cómplice de un sol al que cobija y esconde tras su infinito horizonte, para convertirse en espejo de una coqueta luna que parece dibujar sobre él con brochazos de luz su más hermoso reflejo.
Quiero ser su espuma, esa que lava almas y juega con la arena en cada pequeña ola, para ser por un instante solo espuma y solo arena a la vez...
Y chocar con fuerza en la roca para desgastar vanidades, y moldear a pequeños golpes de constancia viejos sueños, aquellos que quedaron varados entre arrecifes de coral.
Necesito ser marea y coger la mano a la luna para pasear por la orilla de playas y costas como amantes silenciosos, regalando vida a la propia vida...
Y ser mar. Aquel donde solo naveguen barcos de papel...pequeños barcos de papel repletos de garabatos con notas secretas y maravillosas inquietudes, donde no puedan naufragar poemas y las palabras tomen con fuerza el timón para jamás ser silenciadas. Mar. Sí... ése sería mi regalo. Nacería siendo él para después perderme en mí...

lunes, 14 de septiembre de 2020

Tiempo.....


Merece la pena.... Por esas risas que parecen desencajar huesos y llenan ojos de vida. Por cafés apresurados de tiempo y ganas bebidos a grandes sorbos y a pequeñas sonrisas.  

Llamadas imprevistas que descuelgan amargura, donde solo quedarán comunicando momentos de soledad.
Siempre merece la pena.... Por los viajes pensados en un viernes noche con niveles indecentes de alcohol... y esos sábados con resacas acomodadas en improvisadas mochilas dispuestas a ser deshechas en cualquier otro lugar.
Por las cenas frías a deshoras con cubiertos de plástico servidas en un rincón de la cocina, tan solo templadas por cálidas y cómplices  conversaciones.
Por esos helados compartidos que derriten corazones y acaban congelando la monotonía de esas tardes de Agosto que amenazaba con alojar un extra de rutina en tu sofá.
Sí, merece la pena.... Por las visitas inesperadas que ya empiezan a marcar el ritmo desde el primer tono del telefonillo de casa, inundando el hogar con más hogar.
Por reencuentros inesperados que cambian rumbos y planes cuando ya casi sentías el pijama en la piel.
Y es que la vida nos pide y ofrece tiempo. Tiempo para ser plena. Tiempo para llenar tiempo de vida.
Estrujemos nuestro tiempo, porque merecerá la pena no partir de aquí llenos de tiempo y vacíos de vida.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Volver...


 Y si vuelvo? .... Me sentaría junto a la ventana, tras aquellos visillos de encaje blanco, y me limitaría a esperar que algo mágico ocurriera. En la mente... dragones y princesas vestidas de rosa pastel, y príncipes, mil y un príncipe  galopando en hermosos corceles o trepando hasta la torre más alta. Notas musicales que servían como flechas para matar ogros, mientras florecían rosas de entre sus despojos.

Decenas de cartas sin enviar. Corazones repasados con tinta roja hasta la saciedad en papeles poseídos por torpes cupidos cuya puntería dejaba mucho que desear.
Y aquellas gotas de lluvia resbalando en el cristal... Mi dedo índice indicando el camino a seguir desde el otro lado, marcando un trazo irregular, esperando que la gota cobrara vida propia y bailara un Vals aferrada a la yema de mi dedo cual Bella y Bestia.
El oscuro color de los tejados cobraba vida con los pequeños matorrales que lo adornaban. Plantas silvestres e irregulares que le daban un aspecto descuidado y hasta ruinoso, pero vistos a través de aquella ventana, parecían oasis donde refugiarse en los dias de sol, y sus sombras durante las noches de luna llena, pasaban a ser centinelas de un castillo medieval.
Revolver papeles y libros en esos cajones era una auténtica aventura, como casi todo en aquella habitación. Listas de deseos cumplidos e incumplidos, fotos donde costaba reconocerse y poemas. Poemas de amor, y desamor, palabras escritas sin demasiado sentido, y garabatos que hablaban de almas.
Volvería a aquella pequeña habitación repleta de sueños y embriagada por la más infinita  imaginación.
Aun siento la aspereza de sus paredes, el olor de sus muebles al abrir cualquier cajón y la luz que penetraba por aquella ventana.
Sí.... volveré. La vida es muy aburrida sin ogros que matar ni rechonchos cupidos volviendo a casa sin flechas, ni víctimas que cautivar.
Y entonces, cuando regrese, todo ese ejército de antiguos conocidos se rendirá ante mí, esperando que les otorgue de nuevo vida, sin ser conscientes que son ellos los que siempre me mantuvieron viva a mí...