Derrotas que se clavan como puñales, como dardos envenenados escupiendo el veneno del cansancio y el hastío.
Días demasiado largos esperando noches cortas y frías, oscuras y frías, lánguidas... y frías, tan gélidas que hielan sangre... y latidos.
Y aunque busques abrigo en refugios improvisados, o maquilles la desgana con sonrisas de papel charol, la vida no te ofrecerá más de lo que necesitas... o mereces...