martes, 5 de febrero de 2008

Noches en vela.....

Mis últimos ocho días los he pasado en compañía de antibióticos, dalsy, apiretal, supositorios infantiles, vómitos y largas noches en vela.

El pediatra es ya como de la familia, y la verdad, a este paso ni lo voy a necesitar, porque parece que me esté preparando un master en pediatría.

A las ocho le toca a Jorge el antibiótico, o era a las diez?, no, no, a las nueve y media tengo que ponerle los aerosoles a Javier, y a las once si no le ha bajado la fiebre tengo que darle el dalsy a Jorge.....y éso que son sólo dos.... Y terminas echando de menos los gritos, las travesuras, sus peleas pero sobre todo el sonido de sus risas, porque éso de verlos hechos un ovillito en el sofá resulta un tanto antinatural.

Recuerdo cómo me reconfortaba acurrucarme en el regazo de mi madre cuando estaba enferma....su aliento, su respiración y el latido de su corazón no hacían que la enfermedad se esfumara, pero me transmitían tanta seguridad, tanto consuelo, que no había lugar en el mundo en el que deseara estar más que sobre aquellas rodillas. Y ahora, cuando acuno a mis hijos en mis brazos y les tarareo alguna canción, no puedo evitar tener una cierta nostalgia por todas aquellas noches en vela junto a mi madre.

Y ya sé que lo que les ocurre no es nada grave, nada que un poco de antitérmico no pueda solucionar, pero me estremezco cuando me miran esos ojitos llenos de lágrimas intentando buscar en mí un aliento que les ayude a calmar el dolor o a poder dormir, y yo que últimamente ando sobrada de sensibilidad, no puedo más que abrazarlos fuertemente mientras alguna que otra lágrima rueda mejilla abajo.

Supongo que es el mal que toda madre ha sufrido en mil y una ocasión, pero para afrontar el dolor de un hijo, por mínimo que sea, nunca se está preparado....

2 comentarios:

bellota dijo...

Como poder realmente transmitir lo que significa estas noches en vela cuando nuestros hijos estan enfermos, se me hace un nudo en la garganta, más cuando recuerdo la primera noche que me la pase con mi hija de 2 o 3 meses sin saber por que lloraba, se me olvido hasta que tenía un examen en la universidad al otro día, y me puse a llorar con ella.

Creo que fue la peor, y cuando ya no sabía que más hacer fui a la habitación de mi madre y me convertí en su niña y le pedí que me ayudará.......ella tomo a mi hija en sus brazos y calmo también mi dolor.

Ser madre no es fácil y requiere de lagrimas, sonrisas, dolor, alegrías, abrazos, regaños.........en fin.

Mucha fuerza.

neruda dijo...

Al final he continuado con estas noches en vela en el hospital después de que tuvieran que ingresarlo. Pero gracias a Dios ya estamos en casa y poco a poco Jorge vuelve a ser Jorge....Gracias.