Vacíos que alimentan al verdugo que ahoga ilusiones y que, a pequeños sorbos, envenena sus ganas.
Y se deja matar cada día un poco más. Sin oponer resistencia. Asumiendo derrotas que colecciona y talla en su piel en forma de collar, aquel que lucirá en cada nueva fiesta, aunque de nuevo ella sea la única invitada...
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