y que, como botones dorados
de antiguas casacas,
adornen una desnudez
que libró mil guerras sin cuartel.
Serán aderezo y refugio
en el gris que escupe mi piel,
y escudo frente al hedor
de un cuerpo marchito
por decadencias y olvido.
Las deshojaré para aliviar
dudas... e inventar certezas,
y en cada pétalo arrancado,
la inquietud y el anhelo
de quien nunca supo
de fortuna,
ni de realidades...
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