desvanecen
frente a Dioses
sin clemencia.
Partículas de vida
esparcidas
como simiente
que jamás germinará,
y vacío... Vacíos
que llenan ojos que juzgan
y sentencian.
Templos condenados
a ruinas y podredumbre,
alimentándose de
egos prestados (y robados).
Polvo incrustado
en huesos y piel,
vistiendo de gris
un cuerpo
que se disipa
con cada soplo
de vida...
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